El calcio, nuestro mejor aliado
La salud de nuestros huesos está directamente relacionada con el calcio, pero su presencia es especialmente relevante cuando hablamos de la salud de nuestros dientes.
SU IMPORTANCIA PARA NUESTRA SALUD RADICA EN QUE LA DENSIDAD DE NUESTROS DIENTES ES MAYOR QUE LA DEL RESTO DE LOS HUESOS, Y LA FALTA DE CALCIO IMPACTA DIRECTAMENTE A SU DESARROLLO Y FORTALEZA.
Este no es el único uso que tiene en nuestro organismo: también es un mineral indispensable para otros procesos, como la contracción muscular y el funcionamiento del sistema nervioso. Su carencia está principalmente asociada a la osteoporosis, pero también se vincula a ciertos problemas cardíacos.
Por todos estos motivos, mantener un consumo adecuado de alimentos con calcio es imprescindible para nuestra salud general, y específicamente para la salud de nuestros dientes. Por suerte, consumirlo es relativamente sencillo: está presente en multitud de alimentos de origen animal y vegetal.
- Entre los productos de origen animal, destacan la leche y los derivados lácteos (yogures, quesos, cuajadas…). Son la principal fuente de calcio para muchas personas. También algunos pescados, especialmente los azules (como el salmón o las sardinas) presentan cantidades importantes de este mineral.
- En cuanto a los productos vegetales, las verduras de hoja verde (como la col, el repollo o las espinacas) presentan cantidades suficientes de calcio como para mantener el nivel óptimo de este mineral en dietas vegetarianas o veganas.
Para ser absorbido, el calcio necesita de la Vitamina D. Es recomendable tomar entre 400 y 800mg de esta vitamina para tener la certeza de que el calcio que se toma es procesado correctamente y asimilado en nuestro cuerpo.
Pero el calcio no solo es importante consumirlo: también es imprescindible procurar que otros hábitos no lo eliminen. Por ejemplo, una dieta rica en grasas o un exceso de proteínas impiden la absorción normal de este mineral. No debemos tampoco pasarnos eliminando estos nutrientes: ambos, grasas y proteínas, son imprescindibles para nuestras funciones biológicas. Lo que debemos evitar es su exceso.